Habría que imaginar que se deberían de adoptar medidas. Aparte del trato injusto y discriminatorio de quienes sufren esta situación luego vendrán las lágrimas de cocodrilo cuando nuestro país se encuentra en la cola del mundo en cuanto a índice de natalidad. Este dato no es aleatorio sino propio de una política que no apoya ni favorece ni la natalidad ni a la propia mujer trabajadora.
Como se puede apreciar las cláusulas antiembarazo que se predicaban de algunos contratos de jugadoras de baloncesto ni eran una ficción, ni algo aislado. Como puede advertirse esta lacra también se ha extendido a otros ámbitos del deporte profesional (balonmano y fútbol) habiendo provocado situaciones tan denigrantes como el despido y la ulterior nueva contratación después de un aborto. Begoña Fernández (ex internacional del equipo nacional de balonmano) afirma que en Dinamarca (añado yo, “país menos avanzado que España en materia de éxitos deportivos”) en las propios contratos de trabajo aparecía la posibilidad de ser madre.
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