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Acoso laboral y plagio en la universidad

 Hace unas semanas nos desayunábamos con la noticia de que una profesora –de baja  laboral por depresión- sufría una situación de acoso sexual continuado –desde el año 2015- protagonizado por su director de tesis doctoral. Todos, saben o pueden intuir, que el futuro profesional de los doctorandos –en buena medida- está en manos de su director de tesis, en mayor grado si esa figura coincide con el director/a de departamento.

En aquel caso, la noticia de prensa edulcoró la realidad (condena a dos años de cárcel para el profesor de la Universidad de Granada que espió a una alumna).

Mi impresión es que la sociedad no está preparada para afrontar, ni para responder adecuadamente a las graves consecuencias del acoso. En aquel caso “la noticia” estaba en que el “profesor” había colocado un programa espía en un ordenador personal con un fin meramente seductor, como si se tratara de un simple desvarío o enajenación provocada por el dios Eros.

La realidad (durísima) que relata el trasfondo de la noticia describe un escenario bastante más sórdido y menos poético. Cualquier que haya sufrido una depresión o haya tenido a persona cercana con esta enfermedad lo entenderá.

El “plagio” según la noticia que se enlaza en la que el Tribunal Supremo condena a profesor de universidad a pagar 3000 euros a un alumno de doctorando por copiar su trabajo de investigación es una realidad mil veces repetida y frente a la que no se adopta ningún tipo de medida (conste que sería relativamente sencillo actuar al respecto). A mí se me ocurren varias medidas que podían cortar de raíz estas situaciones.

http://noticias.juridicas.com/actualidad/jurisprudencia/14836-el-ts-condena-a-profesor-de-universidad-a-pagar-3000-euros-a-un-alumno-de-doctorado-por-copiar-su-trabajo-de-investigacion/?fbclid=IwAR3wRtU6-qses1PsbUp8MdI7-Xr_PlpYg8Cjbnx7bDaWlAJyMxhvkVoosyY#.XisMgCtXQyA.facebook

Recuerdo haber asistido a un curso de formación en el que una profesora rompió a llorar  (también estaba con medicación por depresión). Su director de tesis se había apropiado de años de su trabajo.

¿Quién podía negarle esa “imposición” cuando todo su futuro profesional estaba en sus manos? Y ¿qué hacer cuando nadie puede enfrentarse al “sistema”?

Probablemente –desde lejos- estas situaciones pueden parecer aisladas, pero en buena medida tienen una relación directa con el fracaso de la educación en nuestro país (endogamia, enchufismo, plazas concedidas con una llamada de teléfono, fracaso de la investigación…). Y esta no es una cuestión de ideologías, lo mismo lo hacen los conservadores que los progresistas. Quizás, lo peor de todo es que entre los abanderados de la progresía –los que se venden como los más justos y los más solidarios- te encuentras demasiados personajes con este perfil.

Aunque bien pensado hay algo todavía peor y es el silencio cómplice de todos los que ven y callan ante estas situaciones inadmisibles.

 

 

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