Macarena Olona, el “baile de Vinicius” y el analfabetismo funcional de la sociedad

Cámaras de videovigilancia y derechos constitucionales en juego
10 septiembre, 2022
“Prevención e intervención en conducta suicida desde una perspectiva multidisciplinar”
11 octubre, 2022

Macarena Olona, el “baile de Vinicius” y el analfabetismo funcional de la sociedad

Nunca me ha gustado hablar de política en clase. En una sociedad tan polarizada como la nuestra siempre se da pie a comentarios desafortunados, hirientes o sectarios.

Sin embargo, esto no me ha limitado para comentar en múltiples ocasiones la necesidad de desarrollar el espíritu crítico: tener una opinión y razonarla te convierte en un “ciudadano libre”, seguir de forma sectaria lo que marcan las élites políticas te convierte en uno más de los miembros del rebaño.

Hace décadas que en la educación aparece como prevalente la memorización de contenidos frrente a la capacidad de articular el conocimiento de forma razonada. Y, de forma paralela, la prensa cada vez busca más lo que impacta frente a lo que importa, reformulando las noticias para adaptarlas a un público cada vez más polarizado en los extremos, esos extremos que se retroalimentan, intentando hacer ver que cada uno de ellos necesita una respuesta contundente y definitiva desde el lado opuesto.  

Antes de que se produjeran los previsibles y desagradables acontecimientos con la intervención de Macarena Olona en la Universidad sí intenté discutir con los alumnos acerca de la importancia de la libertad de expresión.

La diferencia entre un régimen totalitario y el que no lo es está en que en este se respeta la libertad de expresión, se usa la cabeza para razonar y no para embestir. Los planteamientos divergentes o rechazables se rebaten con argumentos, nunca con la represión, signo identitario de los totalitarismos, tanto de izquierda como de derechas. Impedir que @Macarena_Olona, o cualquier otro político, hable en la Universidad nos devuelve al siglo XIX, al país de Fernando VII cuando creció y se consolidó el germen del nepotismo, donde lo importante no era la capacidad, el mérito o el conocimiento sino disponer del “contacto” que te lleve a la “silla” deseada.

Me produjo una tristeza enorme que precisamente sea en la Universidad donde se proyecten con más virulencia los comportamientos intransigentes: allí precisamente donde se encuentra la élite (¡?) intelectual de nuestro país. Y más en la Universidad de Granada. Mi Universidad.

Hoy, pasada esa tristeza me llega otra noticia que habla mucho del analfabetismo funcional que progresa a marchas forzadas en nuestra sociedad. Es una simple anécdota deportiva, aunque me reconozco también, cada vez más alejado de ese fanatismo que ha acabado de alcanzar al deporte. Se trata de las ácidas críticas a Vinicius (jugador de nacionalidad brasileña) que al principio no entendí porque sigo el deporte algo de perfil. Ahora se trata de que se interpreta que su celebración (bailar después de conseguir un gol) es ofensiva para los rivales. Koke, otro insigne adalid de lo correcto ha manifestado: “Habrá lío seguro” si se produce esa celebración.

La incapacidad de razonar lleva a que hoy los comentaristas deportivos, santo y seña y de los periodistas de la prensa más difundida, solo critican de forma desaforada lo que aparentemente agravia a su equipo, en una fiel reproducción de lo que pasa en la política, donde solo se critica, y sin dejar pasar ni una, cualquier tipo de decisión que adopte el contrario, como si la misión del político fuese descalificar y no realizar una gestión productiva para todos los ciudadanos.  

Hasta donde hemos llegado.

Hasta hace nada cuando llegaban foráneos a nuestro país, nos miraban con envidia. Aquí se ha visto a alemanes, ingleses, nórdicos… intentando hacer palmas y cantando porque envidiaban nuestro talante alegre y abierto que siempre hemos tenido.

Hoy nos escandalizamos porque un brasileño celebre un gol bailando como si para vivir en nuestro país el que viene de fuera tuviera que renunciar a su identidad.

Pepe Sánchez.

Profesor de Derecho del Trabajo. UGR

Deja una respuesta