Las malas prácticas, o la deficiente formación, provocan que se descuide una cuestión de alcance y que no es otra que la presentación formal del trabajo. No se trata de algo baladí. Nadie admitiría la publicación de un libro como aceptable si los márgenes no estuvieran justificados, o si las citas tuvieran un formato descuidado o irregular.
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«Nunca hay una segunda oportunidad para causar
una primera buena impresión».
Si el aspecto formal del trabajo de investigación
respeta la corrección de los aspectos formales
habrá comenzado a alcanzar el éxito
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Una buena presentación formal es la primera carta de presentación de un trabajo académico. Además, con seguridad, una presentación cuidada favorecerá una buena impresión y condicionará, en mayor o menor medida, una buena valoración del trabajo.
En el encabezado y en el pie de página debe figurar el título del trabajo así como el nombre del autor. También debe insistirse en la numeración de las páginas. El olvido en la numeración, aparte de implicar una muestra de dejadez, en absoluto disculpable, puede tener consecuencias irreparables si el evaluador es exhaustivo a la hora de relacionar los defectos, formales y de contenido, que pueda identificar en el desarrollo del trabajo. El formato utilizado ha de ser sencillo, evitándose aquellos colores o adornos que puedan resultar demasiado llamativos.
Los márgenes y el formato no deberían generar, por sí mismos, ningún tipo de dificultad. Sin embargo, no deja de haber cierta picaresca con el uso abusivo de márgenes en aquellos supuestos en que el límite espacial de los trabajos se fija no por número de palabras, sino a través del número de folios. Para el supuesto de que no haya otras especificidades a tener en cuenta, podría darse por bueno el margen que por defecto ofrecen los documentos en formato word, esto es, 3 centímetros en los márgenes izquierdo y derecho, 2,5 centímetros en los márgenes superior e inferior. En la aplicación del programa (word 2010 o posterior) se accede a márgenes a través de: > Diseño de página, > Márgenes, > Normal.
Siempre debe respetarse la misma distancia entre párrafos, y que debe ser la generada en modo automático al cambiar de párrafo. Existe una interesante opción que se genera marcando, al diseñar el párrafo, un espaciado posterior en modo «auto» (> Word, > Flecha de Párrafo, > Espaciado posterior, > Automático). De este modo, el formato que se consigue evita la sensación de texto apelmazado.
Los párrafos deben estar justificados, esto es, todas las líneas han de acabar alineadas al final. La alineación de párrafos se puede realizar seleccionando todo el texto y marcando, a la vez, las teclas > Ctrl + J, o bien el icono específico para justificar (> Inicio, > Icono de párrafo justificado). El texto que se genera al justificar facilita la distribución de forma homogénea entre los márgenes, de modo que, el documento ofrece una presentación mejor definida y cuidada.
En cuanto al tipo de letra, tampoco existe uno que resulte obligado usar en los trabajos de investigación –salvo que lo impongan los criterios diseñados de modo específico por cada facultad-. Sin embargo, se debe huir de los formatos demasiado inusuales o aquellos que utilicen letras sombreadas. Para el supuesto de que no exista ninguna indicación al respecto, una opción aceptable y frecuente es el uso de la fuente times new roman, tamaño 12, párrafo justificado y espacio de interlineado 1,5. También puede ser una alternativa arial tamaño 11. Se da por supuesto que todo el trabajo debe de utilizar el mismo tipo de letra, siendo un error formal patente el que, por ejemplo, las notas a pie de página aparezcan en un formato distinto. Se ha de tener en cuenta que, al cambiar el tipo de letra, a veces el documento automatiza un tiempo de letra diferente para el pie de página.
En cuanto al formato del título, capítulos y apartados también resulta necesario que tenga un criterio preestablecido. De entrada habrá que consultar, si existe, el formato preestablecido en la universidad donde se realice el trabajo. En otro caso, puede recurrirse a las siguientes sugerencias.
En primer término, ha de revisarse que los distintos títulos, capítulos y apartados coincidan con el sumario. El sumario debe estructurarse de forma cuidada y manteniendo una lógica interna en el contenido del trabajo.
El título suele destacarse en negrita, mayúscula y un tamaño superior al resto del trabajo (puede ser: times new roman, negrita, mayúscula, tamaño 14). Se mostrará centrado en cuanto a su alineación. Los capítulos o apartados –enumerados de forma secuencial conforme al índice- pueden destacarse como el título general pero en minúscula y menor tamaño (times new roman, negrita, minúscula, tamaño 12). Y, por último, los subapartados pueden ir en el mismo formato que los capítulos pero en letra normal (times new roman, normal, minúscula, tamaño 12). Respecto a la ordenación de los capítulos, si utilizamos un esquema numérico, el epígrafe mostrará con su primer dígito el capítulo con un punto a continuación (1.). Cada capítulo iniciará una página nueva.
En cuanto a la numeración de los capítulos, si se opta por un esquema numérico, el epígrafe se corresponderá en su primer dígito al primer capítulo seguido por un punto y el número sucesivo que proceda (1.1, 1.2, 1.2.1, etc.). Las páginas se identificarán con números arábigos alineándose en la esquina inferior derecha.